2 de octubre de 2007

Baricco, Océano Mar

Hay elucubraciones que por repetirse tantas veces en múltiples disciplinas deberían constituirse como verdades insoslayables. Puedes decir que lo que parece un punto a una gran distancia puede ser un barco cuando se acerca. O que derivar una expresión matemática supone perder información. O que el todo es más que la suma de las partes. O que en un instante caben infinitos momentos. O que el infinito está entre el 0 y el 1. O…

Leí Océano Mar. Perdí la fe. En el párrafo anterior, digo.

Océano Mar es un Mar. Lleno de olas, de espuma, de sal, de gente nadando, flotando o ahogándose. Pero cada hoja, cada palabra, tiene sentido. O al revés, es un compendio de varios cientos de microrelatos que tienen un sentido común, trascendente, cierto. Y esto sólo se puede explicar por la pericia del escritor italiano.

Y basta. Yo me callo. Aquí muestro algunos ladrillos, construyan su pared. O mejor, tomen el lienzo y el pincel. Pinten su cuadro:

Después acerca el pincel al rostro de la mujer, vacila un instante, lo apoya sobre sus labios y lentamente hace que se deslice de un extremo a otro de la boca. Las cerdas se tiñen de rojo carmín. Él las mira, las sumerge levemente en el agua y levanta de nuevo la mirada hacia el mar. Sobre los labios de la mujer queda la sombra de un sabor que la obliga a pensar “agua de mar, este hombre pinta el mar con el mar” – y es un pensamiento que provoca escalofríos.

Es un libro donde hay ángeles:

-¿Formas parte del mobiliario o estás aquí por casualidad?

El niño no se movió ni un milímetro. Pero respondió:

- Mobiliario.

- Ah.

La poesía es algo que pesa, que se guarda en cajones, o en un baúl:

Deja la pluma, dobla la hoja, la mete en un sobre. Se levanta, coge de su baúl una caja de caoba, levanta la tapa, deja caer la carta en su interior, abierta y sin señas. En la caja hay centenares de sobres iguales. Abiertos y sin señas. […] Ella abrirá la caja y lentamente […] leerá las cartas una a una y retrocediendo por un kilométrico hilo de tinta azul recobrará los años – los días, los instantes – que ese hombre, incluso antes de conocerla, ya le había regalado. O tal vez […] volcará la caja y, atónita ante aquella divertida nevada de cartas, sonreirá diciéndole a ese hombre:

- tú estás loco.

Y lo amará para siempre.”

La insufrible belleza de lo obvio, siempre oculto y cierto:

- […] fijaos allí, donde llega el agua…, sube por la playa, luego se detiene…, eso es, precisamente ese punto, donde se detiene…, dura apenas un instante, mirad, eso es, por ejemplo, allí…, como veis, apenas dura un instante, después desaparece, pero si se consiguiera detener ese instante…, cuando el agua se detiene, precisamente ese punto, esa curva…, es eso lo que estudio. Donde se detiene el agua.

- ¿Y qué es lo que hay que estudiar?

- -[…] pensándolo bien, ahí sucede algo extraordinario […].

- ¿De verdad?

- […] Ahí acaba el mar.

La reciprocidad en su sentido más físico:

Hablaron uno después del otro, como si lo hubieran ensayado.

- Este niño lee en los sueños.

- Este hombre habla en sueños.

Lo erótico y lo exótico, relacionados de la misma manera que la fantasía y la imaginación:

Le vino a la cabeza, sin explicación, una de las muchas leyendas que circulaban sobre aquella ciudad [Tombuctú]: que las mujeres, allí, tenían un solo ojo al descubierto, maravillosamente pintado con tierra coloreada. Se había preguntado siempre por qué razón mantendrían oculto el otro. Se levantó y se acercó ociosamente a la ventana. Estaba pensando en abrirla cuando una voz, en su cabeza, lo inmovilizó pronunciando una frase nítida y precisa:

- Porque ningún hombre podría sostener su mirada sin enloquecer.

La lucidez y la desesperanza, el síndrome de Atlas, el de hombros cansados, o cuantos más ojos, más sabio, menos feliz:

Eso es lo que me ha enseñado el vientre del mar. Que quien ha visto la verdad permanecerá para siempre inconsolable.

Y para acabar, una sonrisa producto de la paradoja, esta vez de Seda, no de Océano Mar.

-¿Tú sabes por qué Jean Berbeck dejó de hablar? – le preguntó.

- Es una de las muchas cosas que nunca dijo.

José L. Muñoz

De Baricco, A., “Océano Mar” y “Seda”, Ed. Anagrama.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Beautiful choice indeed! Hacía falta hablar de un escritor tan de nuestro tiempo y tan polifacético como Baricco, que además acaba de terminar su primera película....la idea de las cartas es sublime, escribirle a su amada para que sepa de su vida cuando la encuentre. Este hombre es un poeta que encierra muchos mares....The lizard

Julio Abelenda dijo...

Llevo años husmeando en los alrededores de Baricco, un océano de contraportadas que siempre me han hablado de un escritor atractivo, seductor a través de muchas pieles diversas... Lo único que me ha detenido a la hora de leerlo es precisamente su éxito comercial, que por estos lares tertulianos siempre ha despertado sospechas (no digo en el caso de Baricco, sino en general) sobre la auténtica valía de un escritor. Desventajas del esnobismo literario, mea culpa. Bien es cierto que siempre han abundado los ejemplos contrarios.

JL, me vendes el libro de la mejor manera posible, haciendo una crítica rendida a la obra, dejando que sea ésta la que se presente a sí misma. Echo de menos ese método sencillo y directo, que sustituye a tanta palabrería inútil. La cata (como el contraportadismo ;-P) es una vía directa a la esencia del libro.

Por otro lado es esperanzador ver al lector resabiado emocionarse con una obra nueva (más si es tan reciente como ésta). Reconozco en algunos de los fragmentos citados ideas muy caras a tu pensamiento, auténticos guiños del autor que, estoy seguro, debes de haber disfrutado especialmente, casi como si el libro hubiera sido escrito para ti.

En fin, seguiré tu consejo.

Anónimo dijo...

Un mensaje antes de siquiera leer lo que has escrito: Bienvenido don Julio, se te echaba de menos. Ahora lo leo.

Che, cómo fue lo del charco?

Anónimo dijo...

Y una vez leído...

Baricco es un gran escritor. Un gran escritor que vende libros. Ambas cosas suceden poco a menudo, pero no son imposibles.

De todas formas, de mis tres experiencias con Baricco: "Homero, Ilíada", "Seda" y "Océano Mar", me quedo decididamente con Océano. Hay irregularidades en la obra del italiano. ¿Quizá debido a su experimentalidad, a su afán (loable) de buscar el riesgo litetario?

Anónimo dijo...

Leí "Seda" y "Novecientos" hace algún tiempo y me gustaron, sobre todo "Seda", obra que considero desprende una sensualidad lírica que me atrapó desde el primer momento. Aunque, curiosamente, no sé por qué, recuerdo mejor el hilo argumental de "Novecientos", quizás por lo entrañable de la historia.

Pablo Duque dijo...

Una advertencia en primer lugar: Baricco me parece un genio, un escritor sublime, un genio de las palabras...

Y digo esto porque mis palabras -y mi mente antes que las palabras- están claramente mediatizadas por la idea y la opinión que tengo de Baricco...

Pero ahí voy.

He leído TODO lo que ha escrito Baricco. Y cuando digo todo es todo. Hasta un libro llamado NEXT en el que recoge artículos publicados en revistas italianas y que trata de la globalización. Hasta EL ALMA DE HEGEL Y LAS VACAS DE WISCONSIN.

OCÉANO MAR es una genialidad como pocas he leido [del tipo de QUE NOS JUZGUEN LOS PERROS SI PUEDEN o SI NADIE HABLA DE LAS COSAS QUE IMPORTAN]. Es una joya tras otra, una perla a nivel del guión y de la literatura. Recuerdo perfectamente el capítulo que comienza diciendo LO PRIMERO ES MI NOMBRE. Lo leí 10 veces [y no exagero]. Es de esos libros que no puedes dejar de leer, que te atrapan como el enamoramiento...

Pero romperé una lanza por un libro de Baricco que casi nunca de nombra: TIERRA DE CRISTAL. ¿Para cuándo un texto como éste que has escrito, Don Julio, sobre este libro?

Anónimo dijo...

Don Julio y J L Muñoz no son la misma persona, aunque eso de los heterónimos...

A lo mejor los nombres completos ayudan: José Luis Muñoz, Alias d'Artagnan, Julio Abelenda, uruguayo.

El artículo lo firma J L, el comentario, Julio.

Anónimo dijo...

Bravo Jose Luis, tu crítia está al nivel de la obra de Baricco. Felicidades de nuevo.
Interesante entrada la de Pablo.

Julio Abelenda dijo...

JL, me fue bárbaro, la pasé rebien... Quizá escriba algo sobre ello, en cuyo caso Krïtica tendrá los derechos editoriales sobre la primera publicación (me reservo los derechos de la edición en paperback).

Un placer volver a este foro, aunque por motivos laborales ya no pueda pasarme por la tertulia. A no ser que hagais after hours...

Un saludo a todos.